Acerca de la existencia, o no, del límite entre el Hombre y el Animal
- Neus
- 1 jun 2016
- 2 Min. de lectura
¿Qué ocurre el día que te descubres ante un gato sólo, desnudo, en tu habitación? ¿Sientes que te mira? ¿Que te observa? Probablemente sientes cierta vergüenza, pudor. Pero, ¿vergüenza de qué? ¿Ante quién? ¿De estar desnudo ante un animal?
Parece absurdo sentirse así. El animal, defienden, y parece que aceptamos, no posee capacidad autorreferencial. Así pues, no puede saberse desnudo. Como consecuencia de esta privación autodeíctica y del ámbito de lo púdico, el animal está desposeído de él mismo, del yo. Se encuentra más allá del ámbito delimitado por el pudor, de la distinción entre el bien y el mal. El universo de los valores está fuera de su alcance. El animal es un forastero en el Reino del Derecho, de la Justicia y de la Libertad.
Aún y así, sientes vergüenza. ¿Por qué? ¿Por qué sentir vergüenza ante alguien, algo, que no puede saberse así mismo y, aún menos, saberte a ti en cierto estado? ¿Qué términos entran en contradicción? ¿Cuáles son estos elementos opuestos que te permiten y, a la vez, impiden que te avergüences? ¿Qué es el Hombre? ¿Qué eres Tú en tanto que criatura capaz de acceder al ámbito del derecho y, por lo tanto, de la libertad? ¿Qué es el gato? Es decir, ¿qué es el Animal si, en cambio, no tiene acceso a éste ámbito? O más bien, ¿qué debe de ser el Animal para que se le prive de la libertad? En definitiva, ¿cuál es la diferencia, límite, abismo, ruptura que hay entre el Hombre y el Animal? ¿Cuál es el rasgo humano que lo hace distinto? ¿Qué es aquello que le falta al Animal y que, a su vez, es el motivo por el que no es Hombre? En definitiva, ¿Cuál es el límite, si es que realmente existe, que distingue, opone y jerarquiza lo que sean ambos?

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