De Maquiavelo a Gramsci: realismo político e idealismo moral revolucionario

En los tiempos que nos ha tocado vivir, el inmovilismo y la indiferencia se imponen merced a la confusión y el aturdimiento generalizados; una crisis de valores de calado estructural se instala progresivamente en las aletargadas consciencias de la sociedad moderna. La oferta de estímulos e información que recibimos es tan desmesurada, que cada vez nos sorprende menos la crueldad y menos nos indigna la injusticia.

Hay quienes dicen que los gobiernos son el reflejo de sus sociedades y en el ámbito de la política y las relaciones internacionales, todo principio ético ha sido desterrado. Los estados y comunidades políticas violan sistemáticamente los derechos humanos, anteponiendo sus intereses económicos a la protección de las vidas humanas concretas. El realismo político llevado al extremo, implica la ejecución de los actos más atroces en virtud de la consecución de fines estratégicos que se juzgan políticamente necesarios.

A la luz de dicha situación considero una tarea fundamental de las generaciones presentes comenzar a cuestionarse el actual escenario para ser capaces de proyectar alternativas. Con este escrito pretendo manifestar la indiscutible necesidad de humanizar la política, de hacerla más ética para que pueda cumplir su objetivo esencial: ser un instrumento que permita organizar adecuadamente la vida social y garantizar el bienestar de los individuos en lugar de menospreciarlos y sojuzgarlos, reduciéndolos prácticamente a la categoría de objetos, piezas en un tablero de juego de las cuales se puede disponer caprichosamente. No se trata de construir castillos en el aire ni de imaginar utopías descabelladas, sino de poner en tela de juicio el paradigma imperante de la política para ser capaces de avanzar en una dirección distinta.

Mi análisis comenzará atendiendo a las aportaciones de Maquiavelo en El Príncipe -obra que supone el origen de toda concepción realista de la política-, plasmando su materialización en las tesis del pragmatismo y realismo contemporáneo; seguidamente pasaré a señalar aquel que a mi juicio podría considerarse su polo opuesto: el idealismo moral kantiano; para finalizar mi exposición con la reinterpretación del maquiavelismo propugnada por Antonio Gramsci y su defensa de un idealismo moral revolucionario con vistas a la construcción de una sociedad sin clases.