Apunto a la Modernidad
- Claudia García
- 18 abr 2016
- 2 Min. de lectura
¿Qué significa que la ciencia opera con una concepción de lo ente? ¿Y cómo sucede que en cada momento histórico se da una «concepción de lo ente» y una distinta «interpretación de la verdad»? ¿A qué se debe que el discurso antiguo o medieval no sea válido en la época moderna? ¿Por qué no tenían cabida en el universo griego conceptos tales como “objeto” o “representabilidad”? ¿Por qué no podemos hablar de la Antigüedad como de una «época de la imagen del mundo» y sí aplicamos dicha expresión para la Modernidad?
De la Modernidad habla Heidegger en su texto La época de la imagen del mundo. Ésta se caracteriza por el nacimiento de la ciencia físico matemática. De ella se suele decir que “observa hechos” y así se distinguiría de la ciencia antigua y medieval, que trabaja con proposiciones. Pero de hecho esta afirmación es cierta si la invertimos. En efecto, una y otra utilizan en su discurso proposiciones del mismo modo que ambas observan hechos, e incluso ambas llevan a cabo experimentos en un sentido amplio. ¿Nombraríamos algo esencial de la ciencia moderna esta vez si decimos que es más exacta que la ciencia antigua? Tampoco esta vez acertamos, pues la ciencia antigua no tenía el carácter de exactitud y por ello su discurso es ya descalificable, acientífico para la ciencia moderna, incluso antes de ser corroborado experimentalmente. Vemos, así, que ambas parten de «concepciones de lo ente» e «interpretaciones de la verdad» distintas.
Lo que las distingue esencialmente es el carácter matemático de la ciencia moderna. La física matemática asume, pues, que todo es traducible a proposiciones matemáticas, postulado que no asume, ciertamente, la ciencia antigua. Por operar con lo numérico, la ciencia moderna tiene el carácter de exactitud. Las construcciones matemáticas (hipótesis) deberán ser corroboradas mediante el experimento. Pero lo interesante consiste en notar que la anterioridad de la construcción matemática determina enormemente el sentido de la observación. En este sentido debemos entender el concepto de 'proceder anticipador' pero también otros como 'investigación', 'empresa', 'método', etc.
Aristóteles entiende por hypokeímenon el sustrato, el sujeto último de la realidad en el sentido de aquello que subyace y soporta las demás cosas. El término se ha traducido como sustancia o entidad. Con Descartes, no obstante, la susbstantia, el subiectum, se traslada al sujeto, ahora en el sentido de mente o yo. El hombre se convierte en el primer y auténtico subiectum, en aquel ente sobre el que puede fundamentarse todo ente. Lo importante, empero, será que sobre este subiectum que es un fundamento (fundamentum absolutum) se coloca también la proposición matemática de la que hablaba más arriba. El hombre es ahora capaz de construir desde sí lo efectivo, aquello con lo que se puede operar y, en definitiva, dominar.
Con mi trabajo me propongo en primer lugar señalar detalladamente las relaciones ya apuntadas entre ciencia y metafísica moderna así como la diferencia de éstas con el pensar antiguo. En segundo lugar es mi intención contraponer esta razón calculadora propia de la Modernidad a un pensar meditativo, del que Heidegger habla en escritos como Ciencia y meditación y Serenidad. En cuanto a los escritos concernientes a la primera parte de mi trabajo se encuentran principalmente el ya mencionado La época de la imagen del mundo y La pregunta por la cosa.

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